Cuando los sentimientos y emociones de los maestros no valen mucho

En muchas ocasiones, hemos hablado de lo importante que es enseñar a los estudiantes herramientas para que expresen y sepan gestionar sus propias emociones. Nos hemos centrado en que reconozcan sus sentimientos y también los de los demás. Pero también es importante que los maestros (y los que pronto lo van a saber) sean formados en inteligencia emocional y adquieran herramientas para aprender a gestionar la frustración.

Los maestros no lo tienen nada fácil

Aunque muchas personas digan que ser maestro es la tarea más fácil que ha existido nunca, no es verdad. Estar en una clase con un grupo de alumnos, cada uno de ellos con sus diferencias, con sus habilidades, y con sus necesidades no es sencillo. Querer llevar a cabo un trabajo de la mejor forma posible, y que padres o directores del centro educativo lo impidan, tampoco es plato de buen gusto. Y tampoco lo es intentar  ofrecer una atención personalizada y que lo único que se reciban sean acusaciones.

Si le sumamos a todo eso que los docentes tienen que alcanzar los objetivos de las programaciones y cumplir las expectativas del colegio (porque sino, muchos se irían a la calle), su profesión puede llegar a convertirse en estresante y muy dura en algunos momentos de su carrera. Prácticamente todos hemos volcado nuestra atención en los alumnos. Se está luchando porque el sistema educativo se transforme, se está luchando porque finalmente llegue esa Nueva Educación que tanto deseamos. Y, entre otras muchas cosas, se está luchando por aplicar e incluir nuevas metodologías en las aulas adaptadas realmente a los alumnos.

¿Quién se preocupa por los maestros y su formación?

Todo eso es increíblemente necesario pero no hay que olvidarnos de los docentes. Estoy de acuerdo en que los protagonistas del aprendizaje son los estudiantes pero también deberíamos preocuparnos por aquellos que lo transmiten y lo hacen posible. Tengo la sensación (ojo, que puedo estar equivocada), de que lo que sienten los maestros no le importa a nadie. Que muchas personas se muestran indiferentes. Y que nadie es consciente por las difíciles situaciones que tienen que pasar algunos maestros.

Estar cinco días de la semana en un aula delante de los estudiantes requiere mucha preparación mental, personal y emocional por parte de los docentes. Requiere conocer herramientas que quizás, no les han enseñado a utilizarlas. Es necesario saber gestionar bien las emociones y saber calmarse. Y sobre todo, requiere conocer herramientas para superar adversidades.

¿Quién les enseñan a los maestros a motivar a los estudiantes?

maestros 4jpgSí, los maestros de corazón tienen emociones

Muchos de vosotros responderéis que eso se aprende con la práctica. Pero realmente, los profesores hay veces que no saben cómo actuar. Los maestros de corazón no son dioses que todo lo saben, no son guerreros que ni sienten ni padecen. No son juguetes sin emociones con los que se pueda jugar y tirar al suelo todas las veces que se quiera. Son seres humanos, que se esfuerzan mucho por hacer bien su trabajo, y que intentan disfrutar al máximo de ello.

Y son personas con un gran corazón y sentimientos. Muchos de los comentarios ofensivos que reciben día a día les duele. Les duele hasta tal punto que algunos de ellos se cuestionan si lo están haciendo bien o mal. Si son realmente unos buenos profesionales. Por supuesto que el bienestar de los alumnos es muy importante, pero también lo es el de los docentes. También es relevante saber escucharles, y poder darles la oportunidad de expresar sus emociones enseñándoles la mejor forma de hacerlo.

La satisfacción personal de ser maestros

Desde mi punto de vista, ser maestro es una de las profesiones más bonitas que puedan existir. Ver como los más pequeños que se encuentran en una escuela infantil van aprendiendo cosas nuevas cada día, es una satisfacción personal que casi no se puede expresar con palabras. Ser consciente de estar formando a alumnos comprometidos, sensibles, que sepan respetar debe ser increíblemente motivador.

Y sobre todo, lo que más valor tiene que tener, es poder ver a niños, adolescentes y jóvenes felices en aula y que salen de ella con la mejor de las sensaciones. Por supuesto que los alumnos son importantes. Pero los docentes… los docentes por vocación, son los que les educan para la vida. Y desgraciadamente este país, no sabe que cada uno de ellos, es un tesoro que merece la pena descubrir.

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