La emoción y la ilusión son fundamentales para enseñar y aprender

Carl Gustav Jung (1875-1961), psicólogo y psiquiatra suizo, decía lo siguiente: “uno recuerda con aprecio a sus maestros más brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos.” ¿Qué pensáis de esta frase? Yo estoy totalmente de acuerdo. En mi caso, recuerdo todos y cada uno de los maestros y profesores que han pasado por mi vida. Y es que está claro que la emoción y la ilusión son fundamentales para enseñar y aprender.

La labor docente más allá de impartir conocimientos

Algunos profesores consiguieron un pedacito de mi corazón y siempre estar presentes en mis pensamientos. Desde que empecé Educación Primaria y en adelante, me he encontrado con profesionales de la educación vocacionales y con mucha emoción. Otros con los que simplemente desempeñaban su rol autoritario y disciplinario de profesor. Con los primeros disfrutaba asistiendo a clase y con los segundos no tanto.

Eran bastantes maestros los que se dedicaban a sentarse en la mesa del profesor, leer la lección, escribir en la pizarra y mandar deberes para casa.  Aplicaban la más tradicional de las metodologías con los alumnos, y daban su trabajo por terminado al finalizar los temas del libro de texto. Muchos de ellos, parecían carecer de emoción y sentimientos, parecían no disfrutar de su labor, parecía que no sentían pasión por lo que estaban haciendo.

Únicamente, eran figuras de autoridad que los estudiantes debían respetar por encima de todo. Aunque ese era el modelo a seguir, siempre había algún maestro que hacía las cosas diferentes, que hacía sus clases divertidas, motivadoras, emocionantes y activas. Afortunadamente, en todos los tiempos siempre habrá alguien que estará dispuesto a romper la normalidad y probar cosas nuevas. Y yo, doy las gracias por haber tenido en mi infancia, adolescencia, juventud y siendo adulta profesores así.

Maestros con emoción y maestros sin ilusión

Ahora, con todas las investigaciones que se han hecho, por fin confirman que las emociones y sentimientos son la base del aprendizaje. Pero, ¿de verdad hacía falta tantos documentos e información para saberlo? Si hablamos de las aulas, se pueden dar dos casos diferentes:

El primer caso se trata de un profesor que ha elegido estar allí por la sencillez de la carrera y por el poco esfuerzo que ha requerido aprobarlo todo. Un maestro sin pasión ni emoción. 

Su mayor objetivo es conseguir que se acabe el día habiendo acabado por lo menos dos temas de su asignatura. En este mismo caso, el estudiante que está en la silla y observando al profesor, no está aprendiendo absolutamente nada. Seguramente, estará copiando todo lo que dice y después se lo estudiará en casa para poder aprobar el examen. No hay motivación, no hay emoción, no hay ilusión…

Qué narices, ¿dónde está el proceso enseñanza-aprendizaje en el primer caso?

En el segundo caso, nos encontramos a un maestro despierto, innovador, con energía positiva, con empatía y con ganas de motivar el aprendizaje en sus alumnos. Hacerles partícipes de él. Este maestro, les da las herramientas a sus estudiantes para que investiguen, para que se muevan, para que experimentan, para que corran, para que se muevan de sus sillas y hablen los unos con los otros, para que se ayuden. Para que sean compañeros solidarios.

En esta misma situación, nos encontramos a un alumno inquieto, contagiado por la alegría del profesor, ilusionado, emocionado por aprender, contento de estar en esa clase y dispuesto a dar lo mejor de sí mismo en el aula.

Emocio%CC%81nLos maestros en constante aprendizaje

Este segundo caso ha sido muy distinto, ¿verdad? Como podéis imaginar una de las diferencias claras entre una situación y otra es la siguiente: emoción. El primer maestro no sentía, no se emocionaba por su profesión, mientras que el segundo disfrutaba de ella en cada momento y eso lo transmitía a sus alumnos. Pero en el último caso, no sólo se da el aprendizaje del alumno.

El maestro, al ver que sus métodos funcionan sigue investigando, sigue estudiando, se sigue formando para aprender cosas nuevas. Y eso, ver que sus estudiantes se ilusionan, se emocionan y crean cosas a partir de los recursos que les ha dado, al maestro de vocación le hace inmensamente feliz. Sin duda alguna, se irá a la cama pensando en que está poniendo su granito de arena para que se produzca un cambio en el sistema.

Emoción e ilusión son claves para enseñar y aprender

Las investigaciones sobre educación emocional han sido importantes pero para mí no dicen nada nuevo. Gracias a algunos de mis maestros he sabido que emoción e ilusión son fundamentales en el aprendizaje. Y ahora tengo claro que los estados de ánimo y los sentimientos influyen mucho en las aulas. 

¿Por qué hay profesionales que niegan que emoción e ilusión sean importantes para adquirir conocimientos? No tengo ni idea. Es una buenísima pregunta.

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